El patio de
El Caminante
del Agua
EL zaguán, que nos da la bienvenida y cede el paso a nuestro patio, caracterizado por el Riad, recibe al huésped. Desde un inicio, el borboteo del agua te va a transportar a un oasis de paz y tranquilidad, dejando atrás el bullicio de la gran ciudad. La luz de Sevilla filtrada a través de los muros, de las celosías y reflejada en el agua, te invadirá, dándote la sensación de que <El Caminante del Agua> forma parte de ti; o tú de él… Déjate llevar como lo hicieron los antiguos viajeros, sabedores que el patio era el acceso no a un edificio, sino a un mundo nuevo. Adéntrate en un rincón mágico del sur, en Sevilla.
El Zaguán:
El Zaguán es un espacio cubierto situado en las casas, normalmente junto a la puerta. En este sentido, tiene un significado similar a vestíbulo. Es un elemento de paso.
El término proviene de la palabra árabe hispánica istawán.
En la arquitectura doméstica andalusí, el zaguán se concebía como un espacio abierto al patio, aunque protegido, que permitía el paso.
El zaguán se convierte en un elemento esencial organizador, con la aparición de la tipología constructiva de la casa-patio, modelo vigente en la arquitectura doméstica española, y especialmente andaluza, entre los siglos XVI y XIX. En ella, el acceso principal desde la calle se produce a través del zaguán, desde el que, a su vez, se accede al patio columnado, en el que se encuentra la escalera y las habitaciones principales de carácter más público.
El patio de Manuel Vizcaíno:
El Patio Andaluz puede considerarse un ejemplo más de espacio común en la arquitectura popular de toda la cuenca del Mediterráneo. En Andalucía, la fusión arquitectónica del mundo romano y musulmán ha generado a través de los siglos una cultura particular de los patios, en los que los elementos imprescindibles son: las plantas y el «AGUA».
Oasis de Paz, remanso de tranquilidad, para ellos, el arte del paisaje era el arte de engañar al ojo, trasladar la naturaleza, del exterior de la calle, al interior de la vivienda.
Este Oasis de Paz, es el que Manuel Vizcaíno encontró en la casa de Torcuato Alcázar Minguillón, y muy especialmente en su patio, su azotea, sus tinajas (en las que a final del siglo pasado todavía contenían vino, aceite, adobos, conservas), y en los atardeceres de los que disfrutaba enormemente viendo la puesta de sol en la azotea. Para él, entre viaje y viaje por el oriente, era un gran espectáculo ver cómo se teñía de rojo atardecer el ocaso por el aljarafe, mientras que empezaba a cobrar vida la ciudad y muy especialmente la cúpula de la Magdalena, a la que era capaz, absorto, de estar horas contemplando.
El modelo romano:
Las casas de la Hispania romana, siguiendo el modelo tradicional, se desarrollaron en torno a un gran patio interior, el «atrium». En torno a él se desarrollaba la vida doméstica.
La influencia etrusca de finales del periodo de la monarquía romana ve nacer la «Domus», como una estructura rectangular y con varias habitaciones. El ocio y el refinamiento que en ellas se va desarrollando, junto con la representatividad social que dichos espacios otorgaban al dueño, hace que las estancias se decoren, cada vez, con más lujo: mármoles, mosaicos, salones con bóvedas, fuentes, jardines e incluso lagos. Estas estancias, se acabaron convirtiendo en sala de reunión donde hacer grandes negocios e incluso lugar en el que tejer conspiraciones políticas.
El modelo musulmán:
Como representación del Jardín del Paraíso, el patio andaluz tiene parte de su origen en Oriente, Persia, o Arabia, donde es tradicional adornar las casas con plantas, flores aromáticas, fuentes, acequias, pozos y charcas. El modelo musulmán se desarrolla en AL-ANDALUS a partir del siglo X.
Dirá el escritor D. Jose María Sánchez Galera: «los patios andaluces son una asombrosa muestra basada en el: «impluvium» y el «peristylum romanos», mejorados con el paso de los años.
Dirá D. Antonio Machado: «Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla».